jueves, 26 de abril de 2012

El sentido de la vida


A menudo me pregunto consternada por qué el ser humano es una especie tan ambiciosa y egocéntrica. Desde tiempos inmemoriales, hemos provocado guerras, sangre y destrucción a nuestro paso. No hay día que el periódico no me recuerde el mundo caótico en el que vivo. Somos como la octava plaga de Egipto, miles de millones de langostas que van de un lugar a otro agotando cada recurso que encontramos, devastándolo todo.
¿De verdad sería tan complicado vivir en un mundo donde existiera el respeto, la tolerancia, la compasión o el altruismo y que nuestro único mal fuera el pasar a mejor vida, una vez la hubiésemos vivido plenamente?
A veces tengo una extraña e inexplicable sensación de haber nacido antes de tiempo. Como si me correspondiera haberlo hecho dentro de algunas generaciones, pero por algún error garrafal de la Naturaleza o de la coincidencia, me hubiese adelantado a los acontecimientos. Me gusta soñar y lo hago a menudo antes de ir a dormir. Me pregunto cómo será el mundo, mi mundo, dentro de miles años, antes de que muera el Sol. Me gustaría viajar a través del tiempo y comprobar si miles de años de historia y acontecimientos conseguirán unirnos en una única cultura e idioma. Quisiera viajar por el universo y buscar respuestas. Explorar otros planetas, otras galaxias y entender por qué estamos aquí.
Me miro en el espejo, mi rostro, mis facciones y siento que mi pensamiento, mi esencia, mi alma habita un cuerpo que no es el mío. Quizá no me haya adelantado unas cuantas generaciones. Quizá no haya nacido antes de tiempo. Quizá mi energía, mi espíritu, mi corazón provengan de otra parte, de algún rincón remoto fuera de este Sistema Solar.
Deberíamos culpar a la Naturaleza. Es Ella quien nos ha engendrado de este modo. Es Ella quien se ha equivocado. Somos como cualquier otra especie de la Tierra. Colonizamos brutalmente, luchamos codiciosos por el poder, por ser el más fuerte, el más acaudalado, queremos que nuestro nombre se vuelva inmortal a lo largo de los tiempos, que nuestra genética prevalezca por encima de las demás. Aunque quizá, la Naturaleza nos concedió el raciocinio para controlar nuestros impulsos más salvajes y primitivos, solo que aún no hemos aprendido a usarlo y la culpamos a ella para exculparnos a nosotros mismos de nuestros actos.
Siento que se me escapa el tiempo entre los dedos y por mucho que los apriete no consigo detenerlo. Odio lamentarme, pero lamento no haber escogido mejor los caminos que he recorrido en mi vida. ¿Y si pudiese volar ? Giraría en sentido contrario a la rotación de la Tierra y haría que el tiempo retrocediera. Cambiaría tantas cosas. Pero quizá esos cambios, podrían desviarme del camino que estoy recorriendo ahora y que sí quiero vivir. Quizá estoy aquí hoy, frente a mi ordenador,  por las circunstancias vividas y si las cambiara tan solo un ápice, ya nada sería igual. Mi universo cambiaría.  Pero ¿y si mi mentalidad egoísta me dejase ver que en realidad mi universo no es el único y que existen otros paralelos a él? Habría un número infinito de mi misma en cada uno de esos universos y cada yo tomaría un camino, dando lugar a infinitas posibilidades. En un universo sería una afamada escritora, en otro me habría quedado a vivir en el extranjero con aquél atractivo danés de ojos verdes que me invitó a salir o en otro podría ya haber pasado a mejor vida tras el accidente de moto de aquella noche de verano.
Probablemente, seamos la primera civilización del universo y de nosotros dependa la educación de muchas otras que están por venir o quizá es nuestro espíritu egoísta, ambicioso y egocéntrico el que nos hace pensar que somos los únicos, y realmente tan solo seamos las mascotas de otra civilización muy superior que nos tienen encerrados en un terrario al que nosotros llamamos Tierra y como hormigas colonizamos, luchamos y derramamos sangre en nuestro enorme hormiguero mientras ellos nos observan antes de irse a dormir.
Aparentemente, la vida es una serie de coincidencias y casualidades. ¿Por qué estoy ahora aquí y no en otro lugar? ¿Realmente es una coincidencia que haya decidido escribir hoy o está en mi mano decidir que las casualidades no existen y  que soy yo misma la que toma las riendas de mi vida? Quizá en otro universo paralelo aún no haya nacido y cuando lo haga me convierta en una física teórica y pueda demostrar esta teoría, o, a lo mejor, en unas cuantas generaciones, nazca la niña que ha ocupado mi lugar y encuentre el sentido de la vida. 

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