A menudo me pregunto consternada
por qué el ser humano es una especie tan ambiciosa y egocéntrica. Desde tiempos
inmemoriales, hemos provocado guerras, sangre y destrucción a nuestro paso. No
hay día que el periódico no me recuerde el mundo caótico en el que vivo. Somos
como la octava plaga de Egipto, miles de millones de langostas que van de un
lugar a otro agotando cada recurso que encontramos, devastándolo todo.
¿De verdad sería tan complicado
vivir en un mundo donde existiera el respeto, la tolerancia, la compasión o el
altruismo y que nuestro único mal fuera el pasar a mejor vida, una vez la
hubiésemos vivido plenamente?
A veces tengo una extraña e
inexplicable sensación de haber nacido antes de tiempo. Como si me
correspondiera haberlo hecho dentro de algunas generaciones, pero por algún
error garrafal de la Naturaleza o de la coincidencia, me hubiese adelantado a
los acontecimientos. Me gusta soñar y lo hago a menudo antes de ir a dormir. Me
pregunto cómo será el mundo, mi mundo, dentro de miles años, antes de que muera
el Sol. Me gustaría viajar a través del tiempo y comprobar si miles de años de
historia y acontecimientos conseguirán unirnos en una única cultura e idioma.
Quisiera viajar por el universo y buscar respuestas. Explorar otros planetas,
otras galaxias y entender por qué estamos aquí.
Me miro en el espejo, mi rostro,
mis facciones y siento que mi pensamiento, mi esencia, mi alma habita un cuerpo
que no es el mío. Quizá no me haya adelantado unas cuantas generaciones. Quizá
no haya nacido antes de tiempo. Quizá mi energía, mi espíritu, mi corazón provengan
de otra parte, de algún rincón remoto fuera de este Sistema Solar.
Deberíamos culpar a la
Naturaleza. Es Ella quien nos ha engendrado de este modo. Es Ella quien se ha
equivocado. Somos como cualquier otra especie de la Tierra. Colonizamos brutalmente,
luchamos codiciosos por el poder, por ser el más fuerte, el más acaudalado, queremos
que nuestro nombre se vuelva inmortal a lo largo de los tiempos, que nuestra
genética prevalezca por encima de las demás. Aunque quizá, la Naturaleza nos
concedió el raciocinio para controlar nuestros impulsos más salvajes y
primitivos, solo que aún no hemos aprendido a usarlo y la culpamos a ella para
exculparnos a nosotros mismos de nuestros actos.
Siento que se me escapa el
tiempo entre los dedos y por mucho que los apriete no consigo detenerlo. Odio
lamentarme, pero lamento no haber escogido mejor los caminos que he recorrido
en mi vida. ¿Y si pudiese volar ? Giraría en sentido contrario a la rotación de
la Tierra y haría que el tiempo retrocediera. Cambiaría tantas cosas. Pero
quizá esos cambios, podrían desviarme del camino que estoy recorriendo ahora y que
sí quiero vivir. Quizá estoy aquí hoy, frente a mi ordenador, por las circunstancias vividas y si las
cambiara tan solo un ápice, ya nada sería igual. Mi universo cambiaría. Pero ¿y si mi mentalidad egoísta me dejase
ver que en realidad mi universo no es el único y que existen otros paralelos a
él? Habría un número infinito de mi misma en cada uno de esos universos y cada
yo tomaría un camino, dando lugar a infinitas posibilidades. En un universo
sería una afamada escritora, en otro me habría quedado a vivir en el extranjero
con aquél atractivo danés de ojos verdes que me invitó a salir o en otro podría
ya haber pasado a mejor vida tras el accidente de moto de aquella noche de
verano.
Probablemente, seamos la primera
civilización del universo y de nosotros dependa la educación de muchas otras
que están por venir o quizá es nuestro espíritu egoísta, ambicioso y
egocéntrico el que nos hace pensar que somos los únicos, y realmente tan solo seamos
las mascotas de otra civilización muy superior que nos tienen encerrados en un
terrario al que nosotros llamamos Tierra y como hormigas colonizamos, luchamos
y derramamos sangre en nuestro enorme hormiguero mientras ellos nos observan
antes de irse a dormir.
Aparentemente, la vida es una
serie de coincidencias y casualidades. ¿Por qué estoy ahora aquí y no en otro
lugar? ¿Realmente es una coincidencia que haya decidido escribir hoy o está en
mi mano decidir que las casualidades no existen y que soy yo misma la que toma las riendas de
mi vida? Quizá en otro universo paralelo aún no haya nacido y cuando lo haga me
convierta en una física teórica y pueda demostrar esta teoría, o, a lo mejor,
en unas cuantas generaciones, nazca la niña que ha ocupado mi lugar y encuentre
el sentido de la vida.