viernes, 19 de octubre de 2012

Sanfermines


¿Te acuerdas del encierro del año pasado? Cuando las puertas de los corralillos se abrieron, personas y toros corrimos en estampida por las calles estrechas de la ciudad. El sonido de las pezuñas contra el suelo adoquinado se entremezclaba con los gritos y silbidos de la gente. La mayoría de los hombres corrían hacia delante, pero otros, más lentos o cobardes, se subían en los vallados de madera, justo cuando el toro que tenían detrás se levantaba sobre sus patas traseras y corneaba el aire.
En el último giro, el muchacho que yo tenía delante tropezó con sus propios cordones desabrochados, cayendo al suelo. Lo esquivé de un salto, pero el cuerpo del chico se enredó entre las patas del cabestro cárdeno que seguía mis pasos y ambos acabaron empotrados contra la esquina. Un reguero de sangre salía del muslo del muchacho. Los fotógrafos hicieron brillar sus flashes a través del vallado. Seguimos corriendo sin aliento hasta que llegamos a la Plaza de Toros, extenuados.

“A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro…”

¿Escuchas eso? Ya van a abrir las verjas. Testigo, tú ve a por el gordo que tiene el pañuelo rojo en la cabeza, que yo iré a por el guiri de las chanclas. Este año saldremos en los periódicos, como el cabestro cárdeno del año pasado.